Creencias Testo

Testo Creencias

“Soy el que te empuja la silla,
si tenés la soga al cuello.
No me interesan tus rezos
ni tu perdón, ni razón.

Me alimento de tu horror
y te acuso sin estrado,
sos el paria, el desterrado
de mi reino de terror.
Yo te arrastro al fuego eterno
de mi gran mediocridad.
Si te caigo no hay piedad,
nadie está libre del yugo,
inocentes y traidores
son víctimas de nosotros, los verdugos”.

El verdugo voluntario
va jugando a jugar,
afilando su herramienta
sólo espera oírte hablar.

Y así, sin remordimiento
y sin reparar en quién,
baja el hacha ejecutora,
salvo que haya hablado él.

Porque este sujeto sin igual,
siempre se alimenta de tu error.
Tengo de saber todo de nada,
de hacer lo que yo sigo y no lo que hago yo.

En tiempos de la Edad Media
fue la plaza su lugar,
hoy, me dan lugar los medios
con total impunidad.

Ya trabajan desde el parto,
nacen y entran en acción,
los verdugos ejecutan
hasta a la que los parió.

No hay un tema que no “june”,
porque este verdugo es juez
y, si estás equivocado,
el que va a juzgarlo es él.

Por lo menos hace un tiempo,
esta fue mi ocupación,
hoy es a tiempo completo
y nadie se lo pidió.

Hablan de la ética y moral,
escondidos, sin identidad.
Genios en todas las materias,
le enseñan al poeta la rima en su mirar.

Si no se da cuenta quiénes son,
ponga en su “estado” una opinión,
y verá la fila de verdugos
que arrancan decididos, rumbo a su ejecución.

Algunos, sin conocerte,
ya saben todo de vos,
por eso, aunque te expreses
ya conocen tu opinión.

Y el sistema así es perfecto,
porque sin necesidad
de verme afilar el hacha,
vos solo te censurás.

No pretendas que entren en razón,
usan su capucha sin opción.
Nunca te miran a los ojos,
van con la frente baja si están de frente a vos.
Van con la frente baja si están de frente a vos.
Van con la frente baja si están de frente a vos.

Piedad, piedad, no me pidas piedad,
con mi mirada de fierro, tu alma sanará.
Piedad, piedad, no me pidas piedad,
con mi mirada de fierro, el mal acabará.


Todos tenemos creencias
grabadas en la cabeza,
hace poco pude ver
que lo que creo se crea.

Son cadenas en la sien,
que nos atan a la manada,
hoy nadie ríe en la prisión
de las almas domesticadas.

Quieren hacer sentir miedo para podernos robar,
primero, lo que tenemos, después la libertad.
Y que seamos cobardes para podernos callar,
y que por siempre soñemos para no despertar.

Oh-oh, oh-oh, oh-oh, oh-oh,
oh-oh, oh-oh, oh-oh.
Oh-oh, oh-oh, oh-oh, oh-oh,
oh-oh, oh-oh, oh-oh.

Yo no creo ni en la religión,
ni en las verdades confirmadas.
Sólo creo en mi corazón
y en la libertad de las miradas.

En la calle me hice rock,
la esperanza desesperaba;
tengo un rostro, libre soy,
mi careta ya fue quemada.

Quieren hacer sentir miedo para podernos robar,
primero, lo que tenemos, después la libertad.
Y que seamos iguales a una sola verdad,
y que después nos odiemos por no poderlo lograr.

Quieren hacer sentir miedo para podernos robar,
primero, lo que tenemos, después la libertad.
Y que seamos cobardes para podernos callar,
y que por siempre soñemos para no despertar.

Oh-oh, oh-oh, oh-oh, oh-oh,
oh-oh, oh-oh, oh-oh.
Oh-oh, oh-oh, oh-oh, oh-oh,
oh-oh, oh-oh, oh-oh.

Libertad de corazón.